sábado, 17 de octubre de 2009

viernes, 16 de octubre de 2009

Sociedad de la Información en Chile


Viernes 9 de enero de 2009.

Chile en la Sociedad de la Información

La Sociedad de la Información no podría existir sin las redes globales y las redes nacionales que facilitan la transmisión de los paquetes de datos que llevan nuestras voces, imágenes, documentos, y en definitiva, todas aquellas transacciones de información y actividades de entretenimiento que nos son propias y necesarias.
En este sentido, debemos mirar con detalle lo que ocurre en ciertas áreas de nuestra economía y que tienen un impacto directo en los costos, la calidad y el acceso a los servicios de telecomunicaciones propios de la Sociedad de la Información.
Esta mirada nos debe llevar a concluir una serie de propuestas que nos permitan democratizar el acceso y uso de los bienes y servicios tecnológicos para todos los chilenos, a través de precios justos para estos bienes y servicios, mejorando la capacidad de competir de nuestras empresas y construyendo diariamente un estado abierto cuya información sea accesible para todos los ciudadanos en el momento que queramos y en la frecuencia que estimemos
.


Luis Perez Prado

Concepto de sociedad de la información en América Latina



Para el caso de los países de América Latina y el Caribe podemos, a partir del modelo propuesto, extraer una serie de conclusiones. En primer lugar en la mayoría de los países no se percibe una estrategia clara al respecto, más bien se perciben una serie de impulsos motivados en gran medida por la moda de la Sociedad de la Información o de la Nueva Economía. Esto es claramente visible porque no se logran ver estrategias claras que estimulen las componentes que hacen a la SI, como ser: el desarrollo de un entorno económico, social y tecnológico que favorezca la SI, la participación de usuarios o la generación de contenidos adaptados a las exigencias de nuestros países.
Por lo tanto en la mayoría de los casos la componente que está marcando la orientación de los países se debe fundamentalmente a las presiones desordenadas que provoca el Entorno social, económico y tecnológico.
Estas presiones han motivado toda una serie de medidas que fundamentalmente se han centrado en inversiones de infraestructura y en mucha menor medida en la generación de ciertos contenidos.
Los usuarios no participan de forma ordenada, quizás es la componente menos desarrollada, no aparecen claramente definidos como agentes de la Sociedad de la Información. No se percibe en la mayoría de los casos mecanismos o estrategias que estimulen de forma coordinada, es decir integrando a diferentes actores en la definición y ejecución misma de la estrategia, la participación de diversos agentes vinculados a los temas centrales que hacen a la Sociedad de la Información como ser: TIC en la Enseñanza, Gobierno Electrónico, TIC en las políticas de apoyo a la competitividad empresarial, TIC en políticas sociales.
La otra gran carencia, que en gran medida es consecuencia de la debilidad de las demás componentes, es la falta de estímulos a la generación de contenidos nacionales, adaptados a las exigencias sociales y económicas de cada contexto. Existe una interdependencia directa entre la generación de contenido nacional y el grado de participación de los agentes sociales y económicos en la Sociedad de la Información.
A mayor participación de usuarios habrá un mayor estímulo a la generación y uso de contenidos nacionales y viceversa.
Si se desea construir la Sociedad de la información, que va mucho más allá de una simple Nueva Economía, será necesario favorecer un conjunto de iniciativas colectivas que puedan reconducir una nueva institucionalidad al fin de orientar un nuevo modelo de desarrollo basado en la participación y la capacidad de generación, difusión y utilización de nuevos conocimientos. Cuidado que no alcanza con decirlo, se necesitan acciones concretas, estímulos, inversiones que lo promuevan. Esto no lo resuelven las reglas del mercado. Será preciso, primero, hacer una descentralización real de las responsabilidades, dejando e induciendo que los actores participen. Así como necesariamente promoveremos el desarrollo de una infraestructura acorde a las exigencias de la SI se deberá promover e invertir en estímulos a la participación, formación de los agentes, por ejemplo de los maestros en las escuelas, de los jóvenes, de las asociaciones civiles, de los trabajadores, de los niños e invitarlos a que se integren, a que expresen sus intereses y necesidades, estímulos a que surjan empresas capaces de satisfacer esas necesidades, si eso no es posible entonces tendrá que ser el Estado que lo respalde a través de incentivos.
La aldea global es antes que nada la suma de miles de pequeñas aldeas, será preciso descubrirlas. El poder ser parte activa de un mundo globalizado no es solamente un hecho económico, es necesariamente un hecho social y político. Será preciso para los países de América Latina y el Caribe definir e incidir en un nivel micro de los problemas, estamos demasiado preocupados con los problemas macro y eso no permite, en estos casos, entrar al fondo del asunto. Pensemos el problema, desde un ministerio, a la escala de un barrio, la escuela de ese barrio, las actividades productivas que lo condicionan, los productores rurales, los investigadores que estén relacionados con los temas de interés de esa colectividad.


La Sociedad de la Información no se resuelve por decreto. No se puede pasar de un modelo extremadamente centralizado hacia un sistema descentralizado en lo que dura un periodo de gobierno, va mucho más allá de eso, se necesita crear las condiciones que estimulen la participación.
La tesis que queremos defender en este trabajo es que la Sociedad de la Información es antes que nada una construcción social que depende en gran medida de la capacidad que tengamos de repensar los tradicionales esquemas institucionales de participación, sabiendo que la única forma de hacer esto posible es introducirnos a un nivel micro de los problemas y que esto lo tienen que hacer los Gobiernos (Pablo Valenti López; La Sociedad de la Información en América Latina y el Caribe: TICs y un nuevo Marco Institucional).

Concepto y origen de la sociedad de la información




































El concepto de «sociedad de la información» es sinónimo de «nuevas tecnologías de la información y la comunicación» (NTIC). Desde principios de los años 90, las NTIC experimentan una evolución fulgurante. La generalización de los intercambios electrónicos de información, la convergencia hacia las tecnologías digitales, el crecimiento exponencial de Internet y la liberalización de las telecomunicaciones son distintas manifestaciones de este cambio. La sociedad de la información abre perspectivas inéditas en números ámbitos de la vida cotidiana, en particular en cuanto al acceso a la formación y el conocimiento (educación a distancia y servicios de aprendizaje electrónico), la organización del trabajo y la movilización de las competencias (teletrabajo y empresas virtuales), la vida práctica (servicios de teleasistencia sanitaria) y el ocio. Asimismo, crea nuevas oportunidades para la participación ciudadana al favorecer la expresión de opiniones y puntos de vista. No obstante, estas perspectivas positivas van acompañadas de nuevas preocupaciones: la utilización masiva de Internet requiere, por ejemplo, luchar contra nuevas formas de delincuencia, la piratería, las cuestiones relacionadas con la protección de los datos personales y la propiedad intelectual. Además, la sociedad de la información puede contribuir a la marginación de algunos segmentos de la sociedad al acentuar las desigualdades sociales. En vista de estas posibilidades y amenazas, la Unión Europea ha situado la sociedad de la información en el centro de su estrategia para el siglo XXI, lanzando acciones de apoyo y fomento (Plan de Acción Europea) y ha adoptado medidas tendentes a determinar y limitar los riesgos vinculados a la expansión de la sociedad de la información como un plan de acción destinado a promover la utilización segura de Internet y a luchar contra los mensajes de contenidos ilícitos y perjudiciales.